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miércoles, 23 de enero de 2013

Equilibrado como un CEO

Voy a describirles a alguien. Esta persona astuta, tiene un gran carisma y sabe seducir a sus interlocutores. Tiene un gran dominio del lenguaje que, articulado con su alta autoestima, hace que sea imposible ganarle una discusión. Al mismo tiempo, posee una gran capacidad para racionalizar sus decisiones y desapegarse de las posibles malas consecuencias. Podemos decir que no tiene gran empatía por sus semejantes y no demuestra culpa o remordimiento. Se aburre rápidamente y tiene que estar en acción constantemente. Su foco está en el corto plazo y no es capaz de elaborar planes de largo aliento. Digamos -con malicia- que un trimestre es su horizonte.

¿Conocen a una persona así? ¿Podría ser el CEO de una empresa? ¿Un Director de una Unidad de Negocio? ¿Alguien que elabora un plan para despedir miles de personas y justificarse bajo razones de eficiencia? ¿Tal vez alguien que convence a miles de inversores de su visión de futuro, por delirante que sea? ¿Una persona enfocada únicamente en las revisiones financieras trimestrales? ¿Reconocen, por casualidad, a su jefe?

Bien, las características descriptas en el primer párrafo corresponden a las de una personalidad psicopática. ¡Sorpresa! ¿O no...?



Todos al diván


En su edición de noviembre de 2012 la revista Wired provoca con la nota "Bastardos brillantes: los jefes más duros en el área de tecnología que aún no han sido despedidos". Se listan nueve CEO de las empresas más importantes en IT, entre ellas, Oracle, Microsoft, Google, Yahoo. Las descripciones y declaraciones de estos número uno de las corporaciones número uno son evocativas... [1]
Si usted va a ser uno de los narcisistas más grandes del mundo es mejor tener los barcos más grandes , los coches más rápidos y una isla propia a tono.
"Yo soy el corazón y el alma de esta organización, su fundador, filósofo, portavoz, codificador original, organizador, financiador y todo lo demás. Si usted tiene un problema conmigo, váyase a la mierda "
"Preferimos honestidad brutal a la cortesía hipócrita ", reza un comunicado en el sitio web de su empresa." Es posible que dañe algunos sentimientos", agregó [...]," pero probablemente no va a hacer daño neto entre los jugadores principales". Por supuesto es él quien decide si usted es un jugador principal.

Cada quien podrá compilar su propia lista y contrastar las características de los personajes con la descripción que hace la Organización Mundial de la Salud [2], por ejemplo.

La relación entre la psicopatía y los altos puestos directivos está empezando a estudiarse desde la psicopatología, la sociología y la organización del trabajo. Un estado del avance de los estudios y de la bibliografía pueden encontrarse en el trabajo de Gudmundsson y Southey, Leadership and the rise of the corporate psychopath [3]. Una cita:
Resulta preocupante que la investigación reciente sobre liderazgo con estudiantes de escuelas de negocios sigue demostrando que estos futuros líderes valoran menos la empatía, son más egoístas, demuestran un comportamiento tramposo (50% superior a otros estudiantes), son menos cooperativos, ocultan sus errores a los profesores, y están menos dispuestos a ceder y más propensos a desertar en simulaciones de negociación.

Desde el lado de la divulgación periodística, en los últimos años se han escrito una serie de libros alrededor del tópico. Citemos a The Wisdom of Psychopaths [4] y a The Psyhcopath Test [5].

El pastor y las ovejas


¿Es necesario que seamos conducidos por un hato de psicópatas? Desde el punto de vista de la organización del capitalismo, es perfectamente lógico que ciertos tipos de personalidad sean funcionales a la estructura que propone el sistema. ¿La destrucción de la naturaleza por encima de su capacidad de regeneración, la búsqueda incesante de nuevos mercados, proponerse destruir a la competencia, generar millones de excluídos, inundar las vidas con productos descartable e inútiles (pero rentables), y una larga lista de etcéteras es compatible con otro tipo de conducción? Ciertamente se necesita una gran dosis de desafección, carecer por completo de empatía y una autoestima por las nubes para liderar y conducir la maquinaria capitalista.

Terminó la sesión


¡Y al final descubrimos que las corporaciones están malgastando enormes cantidades de dinero en capacitar a los presuntos futuros líderes! En efecto, no hay curso de soft skills, taller de finanzas, MBA o evangelización corporativa que garantice la formación de un líder, de un visionario. ¡Lo que parece asegurar el camino hacia la cúspide de la pirámide organizacional es una buena dosis de psicopatía!

Un tip para las áreas de Recursos Humanos y Capacitación: podrían ahorrar millones de dólares con sólo cesar los entrenamientos y empezar a seleccionar a sus líderes mediante los tests psicométricos apropiados.

¿O ya lo están haciendo?


Referencias


[1] Brilliant Bastards: The Toughest Tech Bosses Who Haven’t Been Fired Yet, revista Wired, noviembre de 2012, http://www.wired.com/business/2012/11/brilliant-bastards/

[2] Clasificación de la Organización Mundial de la Salud, item Dissocial personality disorder: http://apps.who.int/classifications/icd10/browse/2010/en#/F60.2

[5] Gudmundsson, Amanda y Southey, George. Leadership and the rise of the corporate psychopath. En e-Journal of Social & Behavioural Research in Business Vol. 2, Iss. 2, 2011, pp: 18–27. http://www.ejsbrb.org/upload/e-JSBRB_Gudmundsson_Southey_2011_2.pdf

[4] Dutton, Kevin. The Wisdom of Psychopaths, Scientific American / Farrar, Straus and Giroux (2012). http://www.wisdomofpsychopaths.com/

[5] Ronson, Jon. The Psyhcopath Test, Riverhead (2011)

Para seguir leyendo


¿Saber-hacer o saber-ser?

 

To lay-off or not to lay-off, that is the question... 

 

Vamos a la guerra



4 comentarios:

  1. Kimosabi, menos mal que la gente con esta formación no salta al ruedo político.
    ¿Se imagina si alguna de estas personas llegara a ser gobernador o presidente? Uff!
    Por suerte eso no ocurrió, ocurre ni ocurrirá. No señor.
    Y mucho menos en distritos con una gran calidad de voto.
    Si señor.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. siempre pensé esto mismo acerca del perfil necesario para algunas labores "en pos de la empresa", que para ciertos tipos de personalidad es más fácil la situación de dominación y en algunos casos de embauque.

    recuerdo el final de la obra de teatro "El método" -distinto al de la pelicula- donde rechazan a un postulante a un cargo jerarquico: "Perez, usted no es para este puesto. nosotros buscamos un hijodeputa con todas las letras, y no un _perejil_ que se haga el malo". hay requsitos que son estructurales.

    pero fenómenos psicologicos se dan en todas direcciones. tambien ciertos tipos de personalidades se adaptan mejor a ciertos puestos, como los obsecuentes, que por supuesto son otra gran raza en post de la supervivencia.

    pero lo que más me llama la atención (libre de cualquier emoción) es una variedad del miedo que ocurre en un plano horizontal, en la comunicación con los pares, donde también entra en juego la psiquiatría. me refiero a situaciones entre pares donde la comunicación "plana" y sincera despierta temores/recelos en el otro, esto se realimenta en la peor de las veces hasta el caos y el distanciamiento. no sé, ejemplos se pueden imaginar o hayan vivido cada uno/a de uds.

    digo, quien es normal?
    yo, intento jugar trasparente para que ganemos todos.


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    Respuestas
    1. Amigo/a Croissant,

      hablando de lo que ocurre en la empresa, me parece que la comunicación "plana" entre pares está mediada por la lógica organizacional. No hay manera -por definición- de abstraerse de esa lógica. ¿Quién no vivió la situación de recelo de un colega ante una promoción? O retomando el ejemplo del obsecuente-superviviente, ¿qué reacciones provoca su constante obsecuencia?

      Ciertamente el ejercicio de la transparencia es lo mejor que podemos hacer para desarticular ciertos mandatos organizacionales.

      Uno habla mucho de la familia como institución neurótica, pero la empresa es un bicho mucho peor...

      Gracias por comentar!
      El MM

      Eliminar

Los comentarios son bienvenidos. Prefiero los seudónimos a los anónimos...

 

El Origen de la Crítica

La formulación de una crítica supone previamente la vivencia de una experiencia desagradable que suscita la queja, ya sea ésta padecida personalmente por el crítico o el resultado de una conmoción por la suerte de otro. Es lo que aquí denominamos la fuente de la indignación. Sin este primer movimiento emotivo, casi sentimental, ninguna crítica puede emprender vuelo. Por otro lado, el espectáculo del sufrimiento no conduce automáticamente a una crítica articulada, ya que necesita un apoyo teórico y de una retórica argumentativa para dar voz y traducir el sufrimiento individual en términos que hagan referencia al bien común.

Boltanski, Luc y Chiapello, Eve. El nuevo espíritu del capitalismo (Madrid, Ediciones Akal, 2010, página 83).

Las Políticas de Management

En la actualidad las políticas de management subjetivan buscando una identidad entre trabajo y vida, entre objetivos personales y objetivos del capital y haciendo que los trabajadores hagan, por sí mismos, algo que al capital ya no le resulta tan sencillo realizar: controlar el uso eficiente de la fuerza de trabajo en función de sus propios objetivos.

Zangaro, Marcela. Subjetividad y trabajo (Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2011, pag. 182).

Enfrentamiento interno

Cuanto más se asciende en la organización más se funde uno con ella, puesto que más que estar dividido entre las exigencias del negocio y los criterios del personal, unas y otros entran en sinergia reforzándose mutuamente [...] El enfrentamiento entre capital y trabajo, que siempre había tenido como campo natural la empresa, pasa a producirse en el interior del individuo, que se debate entre su tendencia a trabajar menos para protegerse y escapar de las exigencias de la empresa, y su inclinación a trabajar cada día más para aumentar sus beneficios y mejorar siempre los resultados.

Auber, Nicole y De Gaulejac, Vincent. El coste de la excelencia. (Paidós Ibérica, Barcelona, 1993, pág. 38).